CONSEJOS PARA NO DEJARSE ENGAÑAR AL COMPRAR PRODUCTOS ALIMENTICIOS
Las
etiquetas de los alimentos suelen utilizar un lenguaje cuidadosamente elaborado
que induce al consumidor a creer que los productos son más sanos o sostenibles
de lo que son.
Las
alegaciones de salud, las imágenes de ingredientes saludables en el envase o la
información oculta bajo nombres difíciles de identificar se utilizan para
captar tu atención y convencerte de que el producto es saludable, o hacerte
creer que tiene unas expectativas de salud o calidad que en realidad no
cumple.
Para
ayudarte, te damos algunos consejos sobre cómo no dejarse engañar al comprar
productos alimenticios:
Aprende
a leer la etiqueta de los alimentos 
Esto
puede suponer un reto porque las distintas palabras desencadenantes utilizadas
en los envases están sujetas a normativas diferentes. Algunas de las
afirmaciones más frecuentes de la etiqueta están sujetas a normas estrictas
sobre el contenido del producto, mientras que otras no tienen ningún tipo de
regulación.
Para
saber cómo leer los ingredientes de las etiquetas de los alimentos, empieza por
los tres primeros. Los fabricantes enumeran los ingredientes según su presencia
en el producto, lo que significa que el ingrediente en mayor cantidad aparecerá
en primer lugar; y el ingrediente en menor proporción aparecerá al final de la
lista.
Un producto será poco saludable si el azúcar o los aceites hidrogenados aparecen
en primer lugar. Además, si la lista contiene de 2 a 3 líneas de ingredientes, habría
que pensar si trata de un producto muy procesado.
No olvides que, en todos los productos alimenticios, el azúcar puede
esconderse bajo otros nombres: jarabe de maíz de alta fructosa, dextrosa,
fructosa y muchos más. Presta especial atención a los ingredientes que terminan
en "-osa"; y aunque el término “Sin Azúcar” sugiere que los productos
etiquetados de esta forma estarían completamente libres de azúcar, en realidad
pueden contener hasta 0,5 gramos de azúcar por cada 100 g o ml y también pueden
tener edulcorantes y niveles más altos de grasa para compensar el sabor y la
textura que se pierden al eliminar el azúcar.
Aunque un producto pueda tener declaraciones de propiedades saludables (por
ejemplo, "rico en fibra" o "bajo en grasas"), siempre es
bueno mirar los ingredientes y el etiquetado nutricional y fijarse en el
contenido de azúcar, grasas saturadas y sal, porque, por ejemplo, los productos
que se anuncian como "bajos en grasas" suelen contener mucho azúcar.
También
es importante saber que no existe legislación para las declaraciones "Bajo
en hidratos de carbono”, "Natural", "superalimentos" o
"superfrutas".
Además de aprender a leer una etiqueta, también es importante:
- Considerar el tamaño de las raciones: Algunos alimentos pueden parecer bajos en calorías, sodio, azúcares añadidos u otros ingredientes debido al pequeño tamaño de la ración indicada, pero en realidad no lo son. Por ejemplo, los paquetes de galletas tienen un tamaño de ración de sólo una o tres galletas en el que se basa la etiqueta nutricional, pero contienen un número mucho mayor de galletas, lo que hace que comer de más sea mucho más fácil. Por este motivo, cuando verifiques el etiquetado nutricional de un alimento, asegúrate de tener en cuenta el tamaño de la ración.
- Prestar atención a los envases engañosos: A veces, los fabricantes incluyen en sus envases imágenes de ingredientes saludables, aunque no formen parte de la lista de ingredientes, dando así la impresión de que son sanos. Siempre es mejor comprobar la lista de ingredientes
- Fijarte en el origen: Que un producto esté envasado en un lugar no significa que se haya producido allí.
- No dejar que tus ojos te engañen: Los huevos más anaranjados o con cáscara de color rosa salmón parecen de mejor calidad. Pero no lo son. Su color depende simplemente de la alimentación que han tenido las gallinas o el salmón.